Clementina es la mujer que, siendo lo que es, quiere ser un poco más, volviéndose un poco menos. Es una mujer que había vivido una vida sencilla, y siendo arrastrada por la vida cotidiana es absorbida por el mundo de la prostitución. A pesar de ser capaz de dejar todo eso atrás, decide entregarse por completo, dándose una oportunidad o dándosela a todos los demás. Las desgracias entran en su vida, y él cree que puede evitarlas moviéndose entre dos mundos que validan igualmente su existencia y sus pensamientos. Perdida en silencio, descubre que su camino es a través de la soledad. Eso no le impide tomar la compañía de otros, donde está, donde también se pierde a sí mismo. La crítica a sí misma busca los pensamientos de los demás, para hacerlos suyos. Exaltada en esas ideas, no tiene miedo de destruir todo lo que es, sólo de tener la oportunidad de construirse una vez más. El tiempo que nos falta: Clementine. ¿Y si ese sentimiento de inferioridad y anhelo es amor? Ese fuego que nos marca, ese gusano cerebral que no nos deja pensar en otra cosa. Obsesión, deseo, desesperación, frustración, no son las palabras con las que queremos describir estar enamorados, pero son las primeras en aparecer cuando tratamos de hacerlo.
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