G. K. Chesterton nació en Londres (Inglaterra), el 29 de mayo de 1874. Se instruyó en dibujo y pintura en la Slade School of Art y en la University College. En 1895 abandonó sus estudios para dedicarse al periodismo, en este período de su vida, confuso tanto en su futuro profesional como espiritual, comenzó a coquetear con el mundo oculto, realizando habituales sesiones con la ouija. En sus comienzos como literato solía escribir poesía, posteriormente aparecerían fenomenales ensayos críticos sobre diversas figuras literarias británicas. Su trascendencia internacional, al margen de sus excelentes libros de ensayo, se cimentó en la escritura de novelas y relatos que manifestaban su gran habilidad en el manejo lingüístico, en el empleo de la comicidad perspicaz y en la imaginación para la creación de tramas de corte detectivesco, perviviendo en muchas de ellas un carácter crítico y sentido alegórico. En 1922, el anglicano G. K. Chesterton terminó convirtiéndose al catolicismo, llegando a redactar biografías de San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino. Murió el 14 de junio de 1936 en Beaconsfield.
Las Paradojas de Mr. Pond
La solución, en las malas ficciones policíacas, es de orden material: una puerta secreta, una barba suplementaria. En las buenas, es de orden psicológico: una falacia, un hábito mental, una superstición. Ejemplo de las buenas -y aun de las mejores- es cualquier relato de Chesterton. (...) En este libro póstumo, los problemas son también de naturaleza verbal. Se trata de un rigor adicional que el autor se ha impuesto. El héroe, Mr. Pond, un funcionario retirado del servicio secreto, cuenta alguno de sus casos partiendo de paradojas a priori incomprensibles del tipo: «Claro, como nunca estaban de acuerdo, no podían discutir» o «Aunque todos deseaban que se quedara, no lo expulsaron» y refiere luego una historia que asombrosamente ilumina esa observación.
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